jueves, 28 de julio de 2011

Dueños perros y perros dueños

El concepto de este dibujo es bastante complejo pero tengo ganas de explicarlo, es algo muy didáctico y muy de actualidad.

Este mendigo lleva pidiendo en la misma esquina desde que se hizo pobre, quiero decir, un día le robaron todas sus pertenencias en ese sitio y ahí se quedó, inmóvil, nunca se movió más. Ser pobre no le molesta en absoluto, no paga impuestos y en ocasiones la gente se apiada de él y le arrean algún céntimo que otro. El caso, es que es un amante acérrimo de los animales. Un día una paloma se posó en su gorra de donativos, la cual vio bastante cómoda como para hacerse un nido en ella. Desde ese momento, el mendigo no volvió a moverse por miedo a espantarla (pueden gustarte los animales, pero como para llegar a estos extremos me parece absurdo, bueno, yo no juzgo a nadie, es su vida).

Si la historia terminase aquí no habría ningún problema, con el tiempo el mendigo moriría de inanición y la paloma haría su nuevo hogar en esa melena estropajosa encima del calavérico semblante del vagabundo.

Pero en este tipo de historias siempre tiene que haber un tercer eje, una nueva incógnita, algo que desestabilice, resquebraje y precipite al caos el mundo tal y como lo conocemos. En este caso señalamos al perro como ese villano perverso que aparece en esta truculenta trama.



Este perro acompañó toda su vida al vagabundo. Hacían un espectáculo de malabares (o algo así, yo no estaba y me lo contaron aunque fue bastante por encima y no me supieron dar detalles acerca espectáculo) con el que se sacaban unos cuartos. El problema es que al tener a su amo inmóvil por culpa de la paloma el can decidió buscarse la vida por su cuenta y abandonar a su dueño. De vez en cuando vuelve para ver si este se encuentra ya “libre” de su cautiverio. El pobre hombre sufre mucho cada vez que ve alejarse a su chucho pero no puede hacer nada, está anclado a esa situación fuertemente. Pero el destino a veces es indulgente y le ha dado otra oportunidad al pobre. Como el perro tiene que buscarse el alimento por sí mismo, empieza a comer muy mal todos los días, como si de un universitario a finales de semana se tratara. Come cosas muy raras, que hasta las ratas desechan y que no le sientan nada bien. El perro comienza a sentirse muy mal (físicamente me refiero, no psicológicamente, ahí no le pasa nada malo, es un perro, ¿qué le va a pasar?). En una de sus últimas visitas a su inmóvil dueño y al ver que este sigue igual decide dar media vuelta e irse, pero algo lo para en seco PAAAAF!!!!, un golpe muy seco que lo retiene, algo tan impactante que hace que le salten las lágrimas del dolor. El tema es que al llevar una alimentación tan inmunda, su mierda sale continua y compacta, muy condensada, algo tan prensado que más bien parece un tronco de roble, pero fino. El vagabundo ve la oportunidad de asir con su mano libre esta correa natural que su propio perro ha “tejido” para él y poder tenerlo así a su lado de nuevo y que nunca más se escape. Qué bonita foto de familia!

Quizás para algunos haya resultado ofensivo, pero esta es la realidad de nuestro mundo actual, yo no dicto las normas de la naturaleza, simplemente os abro los ojos para que sepáis que estas cosas pasan, que están ahí.

2 comentarios:

  1. Muy bueno, tanto texto como ilustración xD

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  2. Menudo espectáculo te has montado, así en tiempo de nada. Lo que no le ocurre al can psicológicamente te ocurre a tí por lo que veo, jaja.

    Retorcido ejercicio estilístico con un tono y una atmósfera más que interesantes.

    Me gusta sobre todo (lo que más) la 2ª viga del porche de una de las casas que se ve al fondo. Está genial, tiene algo, no se lo que pero algo tiene...

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